Microbiota saludable y cómo la madre puede aportarla al bebé
Tener una microbiota sana garantiza que podamos tener defensas en el organismo, y en el caso del bebé, la puede recibir a través de la madre, durante el embarazo, con el parto natural y con la lactancia.
Cuando un organismo puede contar con una microbiota sana, también tiene defensas más activas contra infecciones, enfermedades o el ataque de gérmenes de cualquier tipo, de modo que os queremos hablar ahora de qué es exactamente la microbiota, y de qué modo la madre se la puede aportar al bebé a través del parto y también de la lactancia.
Microbiota saludable y cómo la madre puede pasarla al bebé
Tener una microbiota sana e intacta en un recién nacido es importante, porque es en los primeros meses de vida cuando el organismo afronta sus mayores retos y entrena el sistema de defensa frente a ataques externos. La madre puede hacer mucho para que el bebé venga al mundo con una microbiota sana gracias al parto natural y en los primeros meses de vida con la lactancia.
Por que es tan importante
La microbiota es el conjunto de bacterias, virus, hongos y protozoos que viven en el organismo. Se localizan principalmente en el intestino, pero también están presentes en la piel y membranas mucosas, donde actúan como barrera defensiva frente al medio externo. Todos los microorganismos que componen la microbiota se pueden dividir en tres grupos:
- comensales: son aquellos que viven en el cuerpo sin causar daños ni beneficios,
- simbiontes: viven con el organismo huésped en una relación de beneficio mutuo;
- patógenos: en determinadas condiciones provocadas por ejemplo por el estrés, la mala alimentación, la ingesta de fármacos innecesarios se vuelven más fuertes y pueden provocar diversos tipos de trastornos. Por ejemplo, cuando se toman demasiados antibióticos, se produce una situación de disbiosis intestinal, una alteración momentánea de la microbiota sana que se manifiesta con diversas dolencias, como diarrea o estreñimiento.
El vínculo con las defensas del organismo
Los expertos han constatado que en el cuerpo humano existe un mecanismo llamado «intercomunicación», una comunicación cruzada entre los microorganismos de la flora bacteriana y las defensas del organismo en su conjunto. Cuando se puede contar con una microbiota sana, las defensas son más activas y eficaces contra cualquier agente dañino. Si, por el contrario, se altera la flora intestinal, se produce una activación de las células del sistema de defensa, que se comportan como si existiera una situación de alerta perenne de la que deben proteger al organismo. Pueden aparecer así diversos problemas, desde una mayor facilidad para contraer infecciones, hasta una inflamación crónica del intestino como la enfermedad de Crohn. Otros problemas de la edad adulta se han relacionado con la disbiosis crónica, desde la infertilidad femenina hasta las enfermedades neurodegenerativas.
Que puede hacer la madre
Sin embargo, la mujer embarazada puede hacer mucho por su bebé fortaleciendo sus defensas a través de la microbiota saludable. De hecho, ya durante el embarazo, la comunicación cercana está activa entre la madre y el feto, lo que los expertos denominan diálogo cruzado dinámico. De este modo seguir un estilo de vida saludable, con una dieta variada, sin fumar, sin tomar alcohol ni medicamentos innecesarios, hará que el bebé que ya está en el útero comience a depender de su propia microbiota intacta y beneficiarse además de la buena microbiota de la madre. Por el contrario, el sobrepeso y el tratamiento con antibióticos cuando no son imprescindibles empobrecen tanto la microbiota de la madre como la del feto.
El papel del parto y la lactancia
La mujer también puede ayudar a la formación de una microbiota sana en su hijo a través del parto natural: parece, de hecho, que la cesárea agota la flora bacteriana del recién nacido. Finalmente, según los expertos, una forma esencial y asequible de combatir la disbiosis y promover la actividad de las bacterias buenas es amamantar. De hecho, la leche materna contiene varias cepas de un probiótico muy importante, Bifidobacterium , que ayuda a formar una flora bacteriana saludable con repercusiones positivas para el resto de la vida. Por tanto, sería aconsejable amamantar al bebé hasta los seis meses y quizás continuar, con el destete, hasta los dos años, si la madre y el niño lo desean.
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